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Nos podríamos preguntar en esta globalizada situación actual, donde concurren puntos en común, que atraviesan distintos países y formas culturales, si acaso estamos atravesando una crisis civilizatoria. Varios autores, como Marcelo Viñar, Bifo Berardi, o el mismo Freud, en 1933, en El Por Qué la Guerra, anunciaban esta posibilidad.

En 1919, un año más tarde de la finalización de la primera guerra Mundial, Ferenczi se refería a la crisis civilizatoria connotando que el psicoanálisis no tenía remedio para las psicosis masivas.

Pensamos en los bordes y desbordes   como un proceso. Cuando los bordes de una civilización entran en crisis, un desequilibrio irrumpe, dando lugar a los desbordes necesarios para el surgimiento de otras ideas, experiencias, protagonistas; es el tiempo de lo inédito.

Los últimos fenómenos que nos atravesaron en forma global hicieron visibles, así como una enorme desigualdad, “un desequilibrio de altísima inestabilidad que ya estaba, entre lo humano y el mundo”(A. Stolkiner).

Nos preguntamos de qué manera los bordes se desencajan, se opacan, las producciones humanas se desaferran de sus marcos y de sus supuestas certezas. Podemos pensar los desbordes como procesos situados, cuyo devenir desconocemos. Pueden ser vitales o mortíferos.

¿Cómo se construye la subjetividad en estos tiempos de incertezas e imprevisibilidad?

 

Los invitamos a pensar colectivamente en este congreso, a partir de estas reflexiones.

"Sería tonto intentar detener el huracán o vértigo civilizatorio en que vivimos. Se trata de no ceder a la perplejidad y entender lo que podamos" 

(Marcelo Viñar, 2013)

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